✔ Procurando
que descanse el tiempo necesario.
✔ Aconsejándole
una buena organización y planificación del tiempo de estudio.
✔ Ofreciéndole
su colaboración, pero sin suplantar su trabajo.
✔ Creando un
clima familiar afectivo y motivador.
✔ Elogiando
sus éxitos y logros.
✔ Valorando
positivamente sus esfuerzos y cualidades personales.
✔ Aceptando
incondicionalmente sus limitaciones y defectos.
✔ No
ocultando la información que debe tener el tutor por dolorosa que sea.
✔ Tratando a
cada hijo según su modo de ser.
✔ No
comparando nunca los éxitos o fracasos de un hijo con los de otros miembros de
la familia.
✔ Proponiéndoles
metas y esfuerzos posibles y realistas.
✔ Preocupándose
de él como persona, no sólo como estudiante.
✔ Criticando
o corrigiendo los fallos o errores de su hijo, pero nunca su persona.
✔ Evitando
proyectar sobre su hijo sus propios temores y ansiedades.
✔ No
queriendo compensar sus fracasos con los éxitos de su hijo.
✔ Teniendo
una visión positiva de la vida, de las personas, de su hijo.
✔ Quitando
“drama” a los problemas personales o familiares.
✔ Orientándole,
nunca imponiéndole, en cada una de las opciones que su hijo tendrá que hacer a
lo largo de su vida académica.
✔ Respetando
las decisiones que tome su hijo después de haberles consultado.
✔ Valorando
ante, sobre y por encima de todo, la FELICIDAD DE SU HIJO